Borrando América

Solo es suelo lo que guarda el abismo—

Marga, cavar adentro es el nombre de la instalación que Victoria Jolly realiza para ser emplazada en la explanada del Parque Cultural de Valparaíso, Chile con la curatoría de Pedro Donoso. Una esfera sonora semi-hundida en la mitad del pasto; un refugio mitad tierra, mitad piedra compuesta por 16 gajos de hormigón que forman una sola cáscara. Cada una de estas piezas fue diseñada y construida con moldajes textiles para recibir al hormigón, material que comienza su vida como un fluido húmedo y plástico grabando en su superficie la textura de sus moldes. Tras dos años de investigación, la pieza concebida y fraguada ocupa ahora el espacio abierto del parque como una invitación para sus visitantes.

 

Del nombre /

 

Desde el asiento copiloto de un auto en trayecto por la Ruta 5 Sur sostenía una conversación telefónica, entrecortada por la distancia y los túneles, con Teresa Johansson. Intentábamos dar con un nombre que rimara con la idea de una forma esférica, cóncava y terráquea que componían los dieciséis fragmentos de hormigón que durante el 2021 construí, con la ayuda de muchos, en el Taller de Punta de Piedra en Ritoque.

La idea era sugerir un nombre para este dispositivo hundido en la tierra que sería trasladado y emplazado en las afueras del Parque Cultural de Valparaíso, título que no tratara de responder el sentido de la pieza sino más bien un gesto que nos permita, como escribe el poeta Ignacio Balcells, “una escucha continua para agrandar los ojos”[1]. Agrandar los sentidos y los ojos de todas y todos quienes experimenten físicamente este lugar.

El nombrar ya no como ejercicio para ceñir los límites de una definición sino para indicar tanto la tecnología y el material como medio – el uso de textiles para recibir al concreto –, como un lugar de pequeña escala para escuchar de cerca a las piedras. Sin una separación entre el medio y la forma o como diría Richard Serra “indicar la importancia de la obra, que reside en su esfuerzo y no en sus intenciones”[2].

 

Se nos interrumpía la conversación, nos quedábamos sin señal, cada vez que entrábamos en los pasos subterráneos de los faldeos del cerro la Campana en Ocoa cerca de Hijuelas. Cada corte marcaba también una pausa ineludible que dejaba en reposo los apelativos, pausa cercana a la imagen de Jens Andermann al retratar nuestro entrar y salir de lo mineral, “como si no fuese precisamente su ritmo inabarcable el que acoge y sostiene al nuestro, como si no fuese de ahí que ‘hemos salido’”[3]. Tal vez ese entrar y salir de las montañas por un túnel sea lo más cercano que estamos de habitar las piedras, trasladarnos dentro de la corteza y atravesar la Tierra por su cáscara dura.

 

Piedra, Gea, Tierra, Cóncava, cavar, entrar, detenerse, escuchar.

 

Así como una sola palabra logra en diversas lenguas dibujar mundos distintos, no incompatibles o radicalmente distantes, sino mundos que resuenan unos con otros pero que no podemos superponer por completo[4][5]. Poner nombres es cercano a fijar uno y al mismo tiempo todos sus significados.

 

¿Cuáles podrían ser entonces los nombres de una piedra?

 

Marga al igual que el hormigón es el nombre de una roca sedimentaria que se utiliza como fertilizante, formada por estratos a partir del depósito de materiales sólidos de diversos tamaños que son transportados por el viento, el agua o el hielo y unidos unos a otros a través de un proceso llamado diagénesis. Así se forma una sola roca con materiales pre-existentes. Pero Marga-Marga es también el nombre de una de las provincias de la región de Valparaíso que en lengua kichwa significa liviano y transportable; en mapudungun es “malghen”, mujer, aludiendo a las mujeres lavanderas que en tiempos prehispánicos se bañaban en el curso de agua, con el mismo nombre, nacido de los macizos de la Cordillera de la Costa.

 

Marga, cavar adentro es disponer a las palabras y lograr así leer al artefacto, una piedra artificial compuesta de fragmentos, cáscaras que se vuelven sólidas después de 28 días de espera, para finalmente trasladarlas y montarlas como una sola pieza. Invitar a experimentar el lugar mitad tierra, mitad piedra, salir y entrar sin el fin de atravesarla sino quedarnos allí en un punto, para escuchar adentro.

 

[1] Balcells Ignacio, Poesía-Arquitectura, conferencia alumnos de doctorado PUC 2004.

[2] Serra Richard, Escritos y entrevistas 1972-2008, Cátedra Jorge Oteiza. 2010.

[3] Andermann Jens, La educación por las piedras, 2022.

[4] Cassin Bárbara, Mas de una lengua, FCE 2014.